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Jaime Lorente
En el curso 2013-2014 inicié con mis alumnos una Escuela de Haikus en el Colegio Mayol de Toledo, que continúa en la actualidad. Voy a resumir su funcionamiento y trayectoria para todos los lectores interesados.
Los adultos hemos perdido nuestra capacidad de asombro ante aquello que nos rodea. Además, nuestro ritmo y costumbres nos han alejado de un espacio primario (la naturaleza) que resulta, cada vez, más ajeno. Inmersos en una vida predecible, rutinaria, nos preguntamos cómo entrenar los sentidos, cómo lograr que nuestro corazón se incendie de emociones.
La respuesta, el modelo a seguir, está en los niños. Quien desee escribir haikus tiene que regresar a la sensibilidad de la infancia: hay que ser adulto con el espíritu de un niño. Porque, si les damos la oportunidad, ellos se encuentran en una posición privilegiada para escribir haikus: aprecian de otra manera el paso del tiempo, son más curiosos, inocentes, espontáneos y observadores, no escriben de manera artificial. Sólo hay que mostrarles el camino, y seguirles.
Los niños estudian accidentes geográficos, hitos geológicos que apenas visitan. Y cuando los adultos transitamos por ellos, en ocasiones sirven de excusa para una simple desconexión del estrés que nos genera la ciudad, porque apenas alcanza en nosotros su mensaje. Aún queda la esperanza de que los niños reparen en él.
También lo afirma Vicente Haya:
«Sólo los verdaderos poetas y los niños -únicamente los que sienten en carne viva- son capaces de ver el mundo: los demás estamos desahuciados»
Nuestros hijos pueden enseñarnos el mundo tal y como es, sin los azúcares y edulcorantes de nuestras palabras, abstracciones y razonamientos.
Como dijo Bashō:
«para escribir haikai [haiku], búsquese a un niño de un metro de alto». Sin embargo, también a ellos les resulta cada vez más difícil ante nuestra forma de vida.
Mi propuesta en la Escuela de haikus es, por tanto, un regreso a la pureza y verdad de nuestros orígenes. Porque los niños pueden ser los mejores vigías de nuestro entorno; nos enseñarán a ser verdaderos testigos de nuestro alrededor, recobrando una sensibilidad oculta, olvidada:
Mi propuesta en la Escuela de haikus es, por tanto, un regreso a la pureza y verdad de nuestros orígenes. Porque los niños pueden ser los mejores vigías de nuestro entorno; nos enseñarán a ser verdaderos testigos de nuestro alrededor, recobrando una sensibilidad oculta, olvidada:
El pétalo cae,
se pierde despacio
entre la hierba.
Anochece-
descansa el ciervo
bajo la encina.
Aunque le dije «ven, ven»-
la luciérnaga
se marchó volando.
Los dos primeros haikus son obra de alumnos de la Escuela: David Rey escribió el primer haiku con 13 años; el segundo es obra de Agar Rodríguez, elaborado con 15. El último poema es del maestro Onitsura y lo escribió con 7 años (fue uno de los grandes porque conservó siempre la sensibilidad y autenticidad del niño).
El objetivo que me propuse, desde el comienzo, fue introducir la poesía en las aulas mediante esta composición japonesa. La lírica es un compromiso para cambiar la sociedad, para construir un mundo mejor a través de los sentimientos, pero a mí me enseñaron la poesía como estrofas que debían ser memorizadas y repetidas, poco más. Considero lógico, por tanto, que la mayoría de mis compañeros acabase por odiarla o desentenderse de ella (no era mi caso, porque leía por mi cuenta).
Así que, en el curso 2013-2014, decidí iniciar a mis alumnos en la poesía de un modo alternativo, a partir de los haikus: una composición de palabras claras, sin figuras literarias complejas, sin rima y originaria de una cultura misteriosa y desconocida para ellos (porque en los libros de texto raramente se menciona a Japón o se explica algún aspecto de su cultura).
La Escuela de haikus permite a los alumnos ser creadores: sólo entonces, una vez se han interesado por esta composición, buscarán también otras formas y estructuras, clásicas o recientes… Por ello, la Escuela se integra dentro de un Taller Literario donde también trabajamos la poesía oral (poetry slam), los relatos, etc.
Mi experiencia, tras cinco años de proyecto en Primaria y Secundaria, confirma que el experimento funcionó. Acercamos la poesía a las aulas, convirtiendo a los alumnos en los verdaderos protagonistas: dejaron de ser sujetos pasivos que recitaban de memoria poemas complejos y empezaron a elaborar poesía. Recuperamos una sensibilidad “dormida, olvidada” en el espacio natural, les entrenamos en la atención de los detalles captados por los cinco sentidos. Porque la poesía se ve, se oye, se toca, se degusta y se huele.
Era consciente de que nuestros alumnos, tarde o temprano, nos darían una lección. A los profesores, sí: una lección de humildad y sensibilidad. En el haiku, los adultos debemos aprender, y mucho, de los niños. En mi caso, les hemos marcado el camino a seguir, después ellos lo han recorrido a gran velocidad, y prácticamente los hemos perdido de vista. Eso es buena señal. El haiku es un camino de aprendizaje, y todos aprendemos de él, continuamente.
Mis escasos haikus, que consideraba aceptables, no son mejores que los de mis alumnos. Estoy orgulloso de poder decir que ellos escriben mejor. Y eso no es traumático, ni mucho menos, porque el haiku ni siquiera es obra de una sola persona, sino que es el producto de un colectivo: es un camino de extinción de la vanidad. El haiku puede ser escrito por un catedrático o un niño de cinco años, porque es una composición que no entiende de clases sociales, edades o carreras universitarias.
Considero que ha llegado el momento de dejar atrás la memorización en bruto de los poemas de Góngora y Garcilaso si no queremos que los niños aborrezcan la poesía. Sigo encontrando en libros de Primaria, en las principales editoriales, la idea de construir sonetos, estudiarlos y recitarlos en voz alta; también se les pide memorizar las estrofas métricas. Hay que realizar un giro:
Tras varios años de la Escuela, ahora mis alumnos han empezado a leer a Neruda, Salinas, Bécquer, Rosalía de Castro, Cernuda, Dickinson y Lorca. También han descubierto a poetas actuales como Jose Yebra, David González, Ruth Rodríguez, Dani Modro, Antonio J.Sánchez, Carmelo González, Óscar Alonso, Jacobo Sánchez, Carlos Ávila, etc. Y, por supuesto, la «nueva poesía» o «literatura follow» de Elvira Sastre, Defreds, Loreto Sesma… Sólo así el género poético no se convierte en una imposición académica, sino en un acto libre motivado por una inclinación natural. Debemos revisar, por tanto, la manera en que acercamos a los niños a la poesía: ¿Deben seguir memorizando poemas en bruto, sin sentido?
Tampoco existe ninguna asignatura en las escuelas tradicionales que invite a recuperar o descubrir otra forma de vida. Ni siquiera se nos ha educado, como sociedad, en el respeto, veneración y comprensión de la naturaleza -base del haiku clásico-, tan sólo en su dominio y control absolutos. Sólo las pedagogías más vanguardistas (Waldorf, Montessori) introducen una relación amable, enriquecedora entre el niño y el espacio natural. Ellas nos abren un prometedor camino y se inspiran en algunos principios presentes en el haiku.
En el curso 2013/2014 iniciamos el proyecto con los alumnos de Secundaria y Bachillerato (12 a 18 años), un total de 43 alumnos. Hemos realizado un encuentro semanal, aprovechando los recreos. Dada la respuesta positiva, al año siguiente ampliamos la iniciativa a Primaria, de tal modo que se establece un grupo de edad de 6 a 18 años. Es evidente que debemos trabajar el haiku desde los primeros cursos. Nuestra idea fue que, una vez difundido adecuadamente este proyecto, también los padres y el personal docente interesado se anime a colaborar.
En el primer año de la Escuela comenzamos leyendo haikus de poetas clásicos japoneses, explicando sus características. Es fundamental que el profesor dé alguna pincelada y, después, permita que los alumnos sugieran, muestren su opinión sobre el haiku.
No olvidemos que, tarde o temprano, por muchos contenidos teóricos que les proporcionemos, serán ellos quienes nos guíen en la práctica, es decir, en la construcción de verdaderos haikus.
Una vez transmitidas las claves, es hora de que los niños sean creadores. Para ello, deben conocer también el entorno natural: hemos realizado numerosos safaris de haikus, que consiste en paseos (ginkō) a un bosque cercano para escribir y fotografiar, gracias a la implicación de Ruth Rodríguez. Tan importante como la creación del haiku es el aprendizaje con tinta china de algún kanji o ideograma, a veces acompañado del pertinente dibujo (haiga), y el foto-haiku, técnica que apasiona a muchos alumnos.
Durante las clases, o después del paseo, los haikus se ponen en común en una asamblea (tensaku). Así, los haikus se mejoran entre todos, enseñando a los niños a cooperar. Esta práctica aumenta la autoestima y cohesión del grupo, y ha sido explicada por Diane Descôteaux.
Junto al tensaku hemos realizado algún kukai, es decir, un concurso y reunión donde se votan haikus sin conocer el nombre de sus autores. La parte más positiva de este sistema es que se evitan los favoritismos: en ocasiones, ha ganado el concurso un alumno principiante en vez de otro más aventajado. En ambos casos, se trata de comprender que el camino de aprendizaje del haiku es una labor colectiva, y nada como un centro educativo para transmitirlo.
Al final de ese curso y en los siguientes hemos publicado un librito, sin valor comercial, con los haikus de los alumnos (Primaria y Secundaria). Se les entrega un ejemplar gratuito. Sin duda, mi mayor satisfacción es observar sus caras de alegría al leer sus haikus en un libro:
V.V.A.A, Escuela de haikus- alumnos del Colegio Mayol-, Toledo, 2014 (en los años 2015 y 2016 se incluyen los haikus en los libros Taller Literario y Arte Mayol).
Al terminar nuestro primer año recibimos una Mención Honorífica de la Junta de Comunidades de C-LM, en los Premios de Excelencia en Buenas Prácticas Educativas, por nuestra Escuela de Haikus. Sin duda, este reconocimiento nos alentó a seguir trabajando con nuestros alumnos, profundizando con ellos en el haiku-dō.
Al año siguiente creamos el Taller Literario, contando ya con un aula propia asignada para la realización de nuestras actividades (hasta entonces utilizamos la Biblioteca). Por tanto:
Taller Literario= Escuela de Haikus+ Poetry Slam Mayol + relatos+ Encuentros con autores
En el Colegio Mayol hemos apostado por este tipo de planteamientos más allá de las aulas: hay que ofrecer calidad educativa y motivación. Es una actividad gratuita, subvencionada por el AMPA, dentro del horario lectivo. Por ello, en ocasiones se utilizan los recreos o alguna hora libre. Tenemos entre nosotros a futuros poetas, novelistas, dramaturgos, y debemos potenciar su talento, impidiendo que quede relegado u olvidado por la dinámica tradicional del sistema de enseñanza.
Contar con un espacio propio, un aula con libros sobre el haiku, una pizarra para escribir, poemas colgados en las paredes, estanterías, nos ayuda mucho en nuestra labor. En ese espacio tan singular, hablamos de haikus, su técnica, leemos algunos, se comentan, etc. Los alumnos analizan los posibles errores y mejoras, siguiendo la técnica de ensayo-error; también ensayan técnicas de recitación y expresión.
En junio de 2018 hemos podido entregarle al Embajador de Japón en España, el señor Mizukami, dos de los libritos con los haikus de nuestros alumnos. Gracias a esjapon.com por la cesión de la fotografía:
Por último, en enero de 2019 recibimos la visita de la televisión japonesa Asahi TV, que grabó contenido sobre la Escuela de haikus para emitirlo en un programa de dicha cadena en Japón. A los alumnos les encantó la experiencia.
En primer lugar, esta composición es una forma diferente, innovadora, de introducir la poesía en las aulas: no de un modo mecánico y memorístico, sino proactivo. Los alumnos son los poetas, fotógrafos y dibujantes, es decir, los verdaderos protagonistas.
Es una forma de combatir el bullying. Conseguimos una mayor integración entre el alumnado, logramos normalizar la poesía, es decir, convertirla en una actividad cotidiana más del centro. Hasta entonces, quien escribía poemas no se daba a conocer demasiado, por vergüenza y miedo a un posible rechazo del resto de alumnos. Ahora, se trata de una actividad que realiza un colectivo, perfectamente reconocida y apoyado, puesto que, además de los haikus, disponemos de otras prácticas literarias, como he mencionado. Por ejemplo, en el Poetry Slam (concurso de poesía oral, en verso libre) los alumnos participan como poetas o jurado, y suele llenarse la biblioteca con alumnos de todos los cursos. Aquí os dejo un enlace con los encuentros celebrados:
https://colegiomayol.es/taller-literario/poetry-slam-mayol/
Después del primer año del proyecto, hemos observado bastantes mejoras gracias al Taller (y, en concreto, al haiku):
Para ello, nada mejor que un acercamiento al mundo de los sentidos a través de la naturaleza. Agudizar la vista, el gusto, el tacto, el olfato, el oído. Hay mucho tiempo para ser adulto, pero muy poco para ser niño.
Se incluyen algunos poemas con la edad de los alumnos (cuando lo compusieron):
La lluvia fina-
aún se puede ver
el horizonte
Agar Rodríguez (16 años)
Las ventanas del pueblo
llenas de macetas
encharcadas
Dolores Morales (15 años)
La playa-
una tortuga deja
huellas en la arena
Sandra Martín (15 años)
Noche de verano-
ni un mosquito
junto a la farola.
Hoja del rosal
se escurre una gota,
olor a asfalto
Agar Rodríguez (15 años)
Creció el olivo,
cae la aceituna
al duro suelo
Alma Sacristán (15 años)
Noche de verano-
El mar mueve las piedras
hacia mis pies
Mencía Peña (12 años)
Noche de primavera-
En el bosque
los lobos aúllan
Roberto Pinilla (12 años)
Mis alumnos siempre están creando: poemas para el slam, haikus para el librito, dibujos, novelas, relatos cortos…lo importante es motivarles para que sigan. Aquí añado el enlace al Taller, por si algún lector quisiera conocer más:
https://colegiomayol.es/taller-literario/
https://colegiomayol.es/taller-literario/escuela-de-haikus/
Es fundamental que no dejen estas inquietudes, por eso intentamos ayudarles a que sean constantes y optimistas. Nuestra misión, como profesores, es tenderles la mano para labrar un camino que puedan transitar con confianza. Lo importante es que sepan cómo alcanzar sus deseos, y para eso debemos facilitarles materiales (la educación) e indicarles los posibles errores y sus soluciones, porque muchas veces necesitan la revisión de otra persona, para observar las deficiencias de un texto. Al margen de los premios, educamos ilusiones (ése es el leitmotiv del Colegio Mayol).
En definitiva, estoy convencido de que debemos introducir la poesía en las aulas a través del haiku: porque este poema se escribe con el corazón y la sensibilidad de los niños. Tal vez los adultos necesitemos recobrar su asombro, espontaneidad e ilusión: sin duda ellos me guían, en la práctica, por el camino del haiku. Son mis maestros, y yo “tan sólo” su orgulloso aprendiz…
Jaime Lorente