fbpx

Una Escuela de haikus en un centro educativo

Escuela de Haikus

Jaime Lorente

En el curso 2013-2014 inicié con mis alumnos una Escuela de Haikus en el Colegio Mayol de Toledo, que continúa en la actualidad. Voy a resumir su funcionamiento y trayectoria para todos los lectores interesados.

Fundamento

Los adultos hemos perdido nuestra capacidad de asombro ante aquello que nos rodea. Además, nuestro ritmo y costumbres nos han alejado de un espacio primario (la naturaleza) que resulta, cada vez, más ajeno. Inmersos en una vida predecible, rutinaria, nos preguntamos cómo entrenar los sentidos, cómo lograr que nuestro corazón se incendie de emociones.

La respuesta, el modelo a seguir, está en los niños. Quien desee escribir haikus tiene que regresar a la sensibilidad de la infancia: hay que ser adulto con el espíritu de un niño. Porque, si les damos la oportunidad, ellos se encuentran en una posición privilegiada para escribir haikus: aprecian de otra manera el paso del tiempo, son más curiosos, inocentes, espontáneos y observadores,  no escriben de manera artificial. Sólo hay que mostrarles el camino, y seguirles.

Los niños estudian accidentes geográficos, hitos geológicos que apenas visitan. Y cuando los adultos transitamos por ellos, en ocasiones sirven de excusa para una simple desconexión del estrés que nos genera la ciudad, porque apenas alcanza en nosotros su mensaje. Aún queda la esperanza de que los niños reparen en él.

Los primeros alumnos de la Escuela de Haikus, en el parque de la Bastida, curso 2013-2014

Los primeros alumnos de la Escuela de Haikus, en el parque de la Bastida, curso 2013-2014

http://www.latribunadetoledo.es/noticia/Z75A7F450-B5F4-4FCD-6F26E6A66092FD8D/20140602/profesor/colegio/mayol/propone/crear/escuela/haikus

También lo afirma Vicente Haya:

«Sólo los verdaderos poetas y los niños -únicamente los que sienten en carne viva- son capaces de ver el mundo: los demás estamos desahuciados»

Nuestros hijos pueden enseñarnos el mundo tal y como es, sin los azúcares y edulcorantes de nuestras palabras, abstracciones y razonamientos.

Como dijo Bashō:

«para escribir haikai [haiku], búsquese a un niño de un metro de alto». Sin embargo, también a ellos les resulta cada vez más difícil ante nuestra forma de vida.

Mi propuesta en la Escuela de haikus es, por tanto, un regreso a la pureza y verdad de nuestros orígenes. Porque los niños pueden ser los mejores vigías de nuestro entorno; nos enseñarán a ser verdaderos testigos de nuestro alrededor, recobrando una sensibilidad oculta, olvidada:

Jaime Lorente impartiendo clase

Escuela de Haikus

Mi propuesta en la Escuela de haikus es, por tanto, un regreso a la pureza y verdad de nuestros orígenes. Porque los niños pueden ser los mejores vigías de nuestro entorno; nos enseñarán a ser verdaderos testigos de nuestro alrededor, recobrando una sensibilidad oculta, olvidada:

El pétalo cae,

se pierde despacio

entre la hierba.

Anochece-

descansa el ciervo

bajo la encina.

Aunque le dije «ven, ven»-

la luciérnaga

se marchó volando.

Los dos primeros haikus son obra de alumnos de la Escuela: David Rey escribió el primer haiku con 13 años; el segundo es obra de Agar Rodríguez, elaborado con 15. El último poema es del maestro Onitsura y lo escribió con 7 años (fue uno de los grandes porque conservó siempre la sensibilidad y autenticidad del niño).

Escuela de Haikus
Escuela de Haikus

Objetivos de la Escuela

El objetivo que me propuse, desde el comienzo, fue introducir la poesía en las aulas mediante esta composición japonesa. La lírica es un compromiso para cambiar la sociedad, para construir un mundo mejor a través de los sentimientos, pero a mí me enseñaron la poesía como estrofas que debían ser memorizadas y repetidas, poco más. Considero lógico, por tanto, que la mayoría de mis compañeros acabase por odiarla o desentenderse de ella (no era mi caso, porque leía por mi cuenta).

Así que, en el curso 2013-2014, decidí iniciar a mis alumnos en la poesía de un modo alternativo, a partir de los haikus: una composición de palabras claras, sin figuras literarias complejas, sin rima y originaria de una cultura misteriosa y desconocida para ellos (porque en los libros de texto raramente se menciona a Japón o se explica algún aspecto de su cultura).

La Escuela de haikus permite a los alumnos ser creadores: sólo entonces, una vez se han interesado por esta composición, buscarán también otras formas y estructuras, clásicas o recientes… Por ello, la Escuela se integra dentro de un Taller Literario donde también trabajamos la poesía oral (poetry slam), los relatos, etc.

Mi experiencia, tras cinco años de proyecto en Primaria y Secundaria, confirma que el experimento funcionó. Acercamos la poesía a las aulas, convirtiendo a los alumnos en los verdaderos protagonistas: dejaron de ser sujetos pasivos que recitaban de memoria poemas complejos y empezaron a elaborar poesía. Recuperamos una sensibilidad “dormida, olvidada” en el espacio natural, les entrenamos en la atención de los detalles captados por los cinco sentidos. Porque la poesía se ve, se oye, se toca, se degusta y se huele.

Era consciente de que nuestros alumnos, tarde o temprano, nos darían una lección. A los profesores, sí: una lección de humildad y sensibilidad. En el haiku, los adultos debemos aprender, y mucho, de los niños. En mi caso, les hemos marcado el camino a seguir, después ellos lo han recorrido a gran velocidad, y prácticamente los hemos perdido de vista. Eso es buena señal. El haiku es un camino de aprendizaje, y todos aprendemos de él, continuamente.

Mis escasos haikus, que consideraba aceptables, no son mejores que los de mis alumnos. Estoy orgulloso de poder decir que ellos escriben mejor. Y eso no es traumático, ni mucho menos, porque el haiku ni siquiera es obra de una sola persona, sino que es el producto de un colectivo: es un camino de extinción de la vanidad. El haiku puede ser escrito por un catedrático o un niño de cinco años, porque es una composición que no entiende de clases sociales, edades o carreras universitarias.

Considero que ha llegado el momento de dejar atrás la memorización en bruto de los poemas de Góngora y Garcilaso si no queremos que los niños aborrezcan la poesía. Sigo encontrando en libros de Primaria, en las principales editoriales, la idea de construir sonetos, estudiarlos y recitarlos en voz alta; también se les pide memorizar las estrofas métricas. Hay que realizar un giro:

Tras varios años de la Escuela, ahora mis alumnos han empezado a leer a Neruda, Salinas, Bécquer, Rosalía de Castro, Cernuda, Dickinson y Lorca. También han descubierto a poetas actuales como Jose Yebra, David González, Ruth Rodríguez, Dani Modro, Antonio J.Sánchez, Carmelo González, Óscar Alonso, Jacobo Sánchez, Carlos Ávila, etc. Y, por supuesto, la «nueva poesía» o «literatura follow» de Elvira Sastre, Defreds, Loreto Sesma… Sólo así el género poético no se convierte en una imposición académica, sino en un acto libre motivado por una inclinación natural. Debemos revisar, por tanto, la manera en que acercamos a los niños a la poesía: ¿Deben seguir memorizando poemas en bruto, sin sentido?

Tampoco existe ninguna asignatura en las escuelas tradicionales que invite a recuperar o descubrir otra forma de vida. Ni siquiera se nos ha educado, como sociedad, en el respeto, veneración y comprensión de la naturaleza -base del haiku clásico-, tan sólo en su dominio y control absolutos. Sólo las pedagogías más vanguardistas (Waldorf, Montessori) introducen una relación amable, enriquecedora entre el niño y el espacio natural. Ellas nos abren un prometedor camino y se inspiran en algunos principios presentes en el haiku.

Algunos haikus de la Escuela

Se incluyen algunos poemas con la edad de los alumnos (cuando lo compusieron):

La lluvia fina-

aún se puede ver

el horizonte

Agar Rodríguez (16 años)

Las ventanas del pueblo

llenas de macetas

encharcadas           

Dolores Morales (15 años)

La playa-

 una tortuga deja

huellas en la arena

Sandra Martín (15 años)

Noche de verano-

ni un mosquito

junto a la farola.

 

Hoja del rosal

se escurre una gota,

olor a asfalto

Agar Rodríguez (15 años)

Creció el olivo,

cae la aceituna

al duro suelo

Alma Sacristán  (15 años)

Noche de verano-

El mar mueve las piedras

hacia mis pies

Mencía Peña  (12 años)

Noche de primavera-

En el bosque

los lobos aúllan

Roberto Pinilla (12 años)

Conclusiones

Mis alumnos siempre están creando: poemas para el slam, haikus para el librito, dibujos, novelas, relatos cortos…lo importante es motivarles para que sigan. Aquí añado el enlace al Taller, por si algún lector quisiera conocer más:

https://colegiomayol.es/taller-literario/

https://colegiomayol.es/taller-literario/escuela-de-haikus/

Es fundamental que no dejen estas inquietudes, por eso intentamos ayudarles a que sean constantes y optimistas. Nuestra misión, como profesores, es tenderles la mano para labrar un camino que puedan transitar con confianza. Lo importante es que sepan cómo alcanzar sus deseos, y para eso debemos facilitarles materiales (la educación) e indicarles los posibles errores y sus soluciones, porque muchas veces necesitan la revisión de otra persona, para observar las deficiencias de un texto. Al margen de los premios, educamos ilusiones (ése es el leitmotiv del Colegio Mayol).

En definitiva, estoy convencido de que debemos introducir la poesía en las aulas a través del haiku: porque este poema se escribe con el corazón y la sensibilidad de los niños. Tal vez los adultos necesitemos recobrar su asombro,  espontaneidad e ilusión: sin duda ellos me guían, en la práctica, por el camino del haiku. Son mis maestros, y yo “tan sólo” su orgulloso aprendiz…

Escuela de Haikus

Jaime Lorente