¡Estoy muy enfadado!: Cómo actuar ante la frustración de nuestros hijos
En primer lugar es importante definir qué es la frustración. La frustración es un sentimiento que surge cuando no logramos conseguir nuestros deseos. Ante este tipo de situaciones, el niño suele reaccionar a nivel emocional con expresiones de ira, de ansiedad o disforia, principalmente, aunque también tiene reacciones físicas. El origen de la problemática no se encuentra en las situaciones externas en sí mismas, sino en la forma en la que el niño las afronta, y aquí los padres tenéis muchos trabajo qué hacer.
Es fundamental enseñar a nuestros hijos a tolerar la frustración desde pequeños, a afrontar esas situaciones en que no consiguen lo que quieren, aunque eso signifique ver a nuestro hijo “sufrir”. Pero ese sufrimiento es pasajero y muy poco comparado con el que pueden sentir cuando se enfrenten solos a los problemas de la vida y no tengan a nadie que le “alivie”.
Un punto clave para entender la frustración en la primera infancia viene dado porque los niños piensan que el mundo gira alrededor de ellos, que el mundo existe porque ellos existen, son egocéntricos (es evolutivo), no saben esperar (no tienen aún desarrollado el concepto del tiempo) y les cuesta mucho pensar en los demás y sus necesidades. Los niños cuando son pequeños, quieren todo y lo quieren ya. Si no se lo damos, lloran, se enfadan, tienen rabietas, es decir, se frustran al no conseguir sus deseos.
Por lo general, los niños que no consigue enfrentarse positivamente a la frustración poseen un perfil y unas características comunes:
- Son niños exigentesy demandantes.
- Buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata, por lo que frente a la espera o postergación de sus necesidades suelen presentar pataletas y llanto fácil.
- Les cuesta manejar las emociones.
- Más impulsivos e impacientes.
- Manifiestan apego extremo a sus rutinas.
- Pueden desarrollar con más facilidad que otros niños problemas de ansiedad.
- Son poco flexibles y les cuesta adaptarse a las situaciones nuevas.
Cuando los niños no gestionan ni saben manejar la frustración, esta se acumula y aparecen otros sentimientos como enfado, ira o rabia. Cada niño y cada persona reacciona de manera distinta ante esta situación, pero podríamos establecer cuatro acciones comunes:
- Agresión física o psicológica. Niños que se autolesionan o que expresan su agresividadcon los demás (padres, hermanos pequeños, etc.)
- Resignación o apatía. Los pensamientos negativos se acumulan en la cabeza del niño. Con el paso del tiempo, el niño genera “indefensión aprendida” que le limita para la acción. Se bloquea y no actúa.
- Esta es una reacción más típica de niños mayores que, como no pueden soportar la situación, se alejan de ella.
- Conversión.La tensión que el niño lleva dentro puede desembocar en dolores físicos o en fatiga y cansancio. Esta consecuencia es bastante generalizada ante estas situaciones.
Hay que tener claro que ninguna de estas reacciones solucionará el problema. La clave está en reconocer las emociones y aprender a canalizarlas para que las consecuencias sean las mejores posibles.
Cómo enseñar a nuestros hijos a tolerar la frustración
A manejar y tolerar la frustración se aprende desde pequeño, y depende en gran medida de lo que los padres hagamos. Cuando un niño presenta baja tolerancia a la frustración, en parte será debido a los aprendizajes que haya tenido y en parte a su carácter.
Si el niño consigue siempre o casi siempre lo que quiere cuando lo pide, o tras una rabieta obtiene lo que deseaba o se libra de lo que no quería, o si le evitamos cualquier tipo de sufrimiento (porque nos da pena verle pasarlo mal, porque no queremos que sufra, o por no escucharle más…) no le enseñamos a manejar sus emociones y mucho menos sus conductas.
Por esto, los padres debemos tener claras una serie de pautas:
- Las normas y límitesson fundamentales y han de cumplirse con tranquilidad pero con firmeza.
- El NO, aunque frustre a los niños, es necesario.
- Aprender a gestionar las rabietascuando se produzcan, y no ceder ante ellas.
- Tener muy claro que la frustración es inevitable en la vida, y que si los niños no aprenden a manejarla y aceptarla, en su vida adulta les costará mucho más.
- Darles ejemplos sobre cómo afrontar los problemas.
- Permitir que actúen de manera autónoma.
- No darles resolución para todas las dificultades que encuentren, es necesaria «la cultura del esfuerzo» y la perseverancia para resolver asuntos desde los primeros años.
- Convertir la frustración en aprendizaje. Los problemas que pueda ir encontrando a medida que crece se convierten en una gran oportunidad para que aprenda cosas nuevas. Como padres podemos reconducir esa situación y reeducar al niño para que poco a poco aprenda a manejarla. Estos PASOS os ayudarán mucho:
- Primero debemos analizar qué ha podido llevar a esa situación, (¿normas y límitespoco claros?, ¿carácter?) y comenzar a cambiar lo que sea necesario.
- Ayudar al niño a diferenciar entre sus deseos y necesidades, ayudándole a entender que no siempre se puede tener lo que se quiere cuando se desea.
- Enseñarle a tolerar la demora del refuerzo o de conseguir lo que quiere.Si me pide algo, no dárselo inmediatamente, sino cuando pueda o yo como adulto considere oportuno y explicarle en qué momento lo tendrá, o por qué no lo tendrá.
- Cuando el niño se frustre, ayudarle a entender lo que le pasa. De donde viene su tristezao su enfado, y que exprese con palabras lo que le ocurra.
- Establecer y poner normas, límites y rutinas clarasy acordes a la edad de los niños.
- Enseñarle cuándo debe pedir ayuda. Primero es importante que encuentre una solución por sí mismo…. Cuando este paso se complica es conveniente que le demos alternativas para evitar que se frustre.
Podemos resumir todas estas buenas prácticas en:
- Observa y espera. No “rescates” demasiado pronto. Ten paciencia, espera y confía a que encuentre la solución por sí mismo o te pida ayuda. Ofrécesela como última opción.
- Deja que tu hijo experimente la frustración. Solo mientras se encuentre con la necesidad de buscar la solución, la encontrará.
- Fomenta la expresión de las emociones. Habla a tu hijo de los sentimientos que produce la frustración, a identificarlos y a calmarse.
Juguemos a restablecer su estado de calma
Cuando se trata de niños entre 0 y 3 años, lo más conveniente es jugar a restablecer su estado de calma. Les tenemos que mostrar ejercicios de respiración donde poder calmar su mente y desde ahí trasladar esa calma a su cuerpo y emociones. Un método muy eficaz para el autocontrol de la conducta impulsiva es la Técnica de la tortuga. El procedimiento será el siguiente:
- La historia de la tortuga que cada vez que se enfadaba se escondía en su caparazón (Os pasamos la canción en el enlace de abajo).
- Con la imagen mental que provoca el cuento, se invitará al niño/a a dramatizar la sensación de frustraciónde la tortuga, su rabia contenida e intento de introducirse en el caparazón. Cuando la tortuga se introduce en el caparazón para vencer los sentimientos de rabia, el niño/a escenificará esta actitud pegando la barbilla al pecho, colocando los brazos a lo largo del cuerpo y presionando fuertemente la barbilla, brazos y puños cerrados, mientras cuenta hasta diez. La distensión posterior provocará una relajación inmediata.
- Esta sesión concluye invitando al niño a realizar «la tortuga» en aquellos momentos en los que el enfado o la agresividad le desborde.
En estos enlaces podéis conocer mucho mejor la gestión de la frustración con esta técnica:
- https://www.youtube.com/watch?v=Ht-oIXJtU-8&ab_channel=InteligenciaEmocionalPositiva
- https://www.youtube.com/watch?v=zafyBVclpPI&ab_channel=COSISEL
- https://www.youtube.com/watch?v=MZB2Ny8rwkY&ab_channel=CasadelaMemoriaTumaco
Equipo de Orientación y Apoyo.