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Consejos cuando muere un ser querido

Consejos cuando muere un ser querido PARTE II

Consejos cuando muere un ser querido PARTE II

Queremos seguir hablando sobre los consejos de «cuando muero un ser querido». Dicho artículo está dividido en dos partes, la primera que ya fue publicado, Consejos cuando muere un ser querido PARTE I, y que para completarlo con más información, se ha confeccionado esta segunda parte.

Algunas respuestas habituales en los niños de 2 a 5 años de cuando muere un ser querido:

  • Perplejidad. 

Parecen totalmente confusos sobre lo que ha ocurrido o se niegan a creerlo. Es posible que pregunten reiterativamente: «Dónde está papá?». Desean saber cuándo va a volver la persona fallecida, o la buscan activamente.

  • Regresión. 

Se pegan al padre superviviente, se quejan, se hacen pipí en la cama, piden un biberón, se chupan el dedo…

  • Ambivalencia. 

A algunos niños parece no afectarles en absoluto la muerte. Responden ante la noticia con preguntas o afirmaciones inadecuadas. Aunque sea una reacción desconcertante, es bastante común. Significa que no ha aceptado o afrontado la muerte, pero comprende lo que ha sucedido. Lo más habitual, es que el niño elabore el duelo alternando fases de preguntas y expresión emocional, con intervalos en que no menciona para nada el asunto.

  • Suele sentir rabia y enfado

Por haber sido abandonado, y puede expresarla de muchas maneras: irritabilidad, pesadillas, juegos ruidosos, travesuras…Es frecuente que dirijan el enfado hacia un familiar cercano. Permitirle que saque la rabia gritando, corriendo, saltando, golpeando con cojines, por ejemplo…

  • Expresan su dolor a través de los juegos

Con sus compañeros y amigos pueden jugar a morirse, al entierro…Todos estos comportamientos son absolutamente normales y tienen que ser respetados como necesarios para que el niño realice de forma adecuada el duelo.

  • Toman a sus padres como modelo

No es malo que los niños vean el dolor y la tristeza. No tengamos miedo de mostrar los propios sentimientos delante del niño (excepto manifestaciones violentas de rabia y dolor) Cuando le mostramos lo que sentimos, el niño nos percibe más cercanos, y es más fácil que nos diga el también, lo que le está pasando.
Un padre o una madre que no se inmute después de una muerte para no entristecer a sus hijos, puede hacer que éstos «congelen» sus emociones. O si muestra cólera, un dolor extremo o una conducta histérica, su hijo puede imitar este comportamiento.

  • Miedo a morir u a otra pérdida

Los niños más pequeños creen que la muerte es contagiosa y pueden pensar que pronto le llegará su turno. Explicarles que no tienen nada que temer. 
Les preocupa que el padre o la madre superviviente también les abandone. Se preguntan qué les ocurriría y cómo sobrevivirían.

  • Establecen vínculos afectivos

Aunque el niño sepa que su ser querido ha muerto, siente necesidad de seguir manteniendo una relación afectiva, y así, la persona fallecida puede por un tiempo convertirse en un padre o madre imaginario. En algunos casos, podemos ayudar al niño dándole algún objeto personal del fallecido, que este conserve como un recuerdo precioso y una forma de unión íntima con él.
El niño puede establecer vínculos afectivos con otros adultos que se parezcan al difunto o tengan unas cualidades similares (un familiar, la maestra, el psicólogo…) y pedirles que sean su padre o su madre. Esta conducta es bastante común y no significa que el padre superviviente no satisfaga las necesidades del niño.

  • Comprueban la realidad

Al principio es posible que parezca y saben y aceptan lo que ha ocurrido, pero después, al cabo de varias semanas o meses, preguntan cuando volverá o lo buscan por la casa.

 

Consejos cuando muere un ser querido

Consejos cuando muere un ser querido

Algunas respuestas habituales en los niños de 6 a 9 años de cuando muero un ser querido:

  • La negación

Una respuesta muy común es negar que la muerte haya ocurrido. Es su negación pueden mostrarse muy agresivos. Algunos pueden mostrarse más contentos y juguetones que de costumbre, como si la pérdida nos les hubiera afectado. Los adultos pueden malinterpretar esta conducta y reaccionar con cólera o simplemente ignorar a los niños. Pero en realidad esta negación indica que los niños sienten un dolor tan profundo que intenta levantar un muro para que la muerte no les afecte. Estos niños necesitan oportunidades para llorar la pérdida y es posible que también necesiten permiso para hacerlo. Se puede decir algo como: «No tienes que mostrar tu tristeza a todo el mundo, pero si quieres puedes compartirla conmigo. Si tienes ganas de llorar y estar triste a solas, me parece muy bien, pero después de estar así durante un rato, sería bueno que hablaras con alguien de como te sientes.

  • La idealización

Insistir en que «mamá era la persona más lista o perfecta del mundo», por ejemplo, les permite mantener una relación imaginaria con la persona fallecida.

  • La culpabilidad

Es una respuesta normal, sobretodo si no pueden expresar la tristeza que sienten. Comentarios en vida como «vas a matarme», pueden hacer creer al niño que su mala conducta ha contribuido a la muerte.

Si además la niegan y fingen ser valientes como parte de la negación, los adultos pueden aumentar el sentimiento de culpa al corregirlo o enojarse con él al parecer que la muerte no le importe.

A los niños que se obstinan en negar la muerte y no dejan de sentirse culpables, es difícil que superen la situación sin ayuda.

  •  El miedo y la vulnerabilidad

Es normal que los niños de estas edades  se sientan asustados y vulnerables. Intentan ocultar sus sentimientos, sobretodo a los niños de su edad, porque no quieren que sus amigos o compañeros de la escuela los consideren «diferentes». Los niños sobre todo pueden actuar con bravuconería o agresividad.

  • Se ocupan de los demás

Pueden asumir el papel del fallecido y cuidar de sus hermanos más pequeños o asumir tareas que antes realizaba el padre o la madre que ha muerto.

  • Buscan a la persona que ha muerto

Pueden ir de una habitación a otra, o buscarla en el desván o en el sótano. la mejor respuesta es dejar que sigan buscando. Les puede consolar saber que nosotros también a veces sentimos el deseo de hacerlo.

Los tres temores más frecuentes del niño

  • ¿Causé yo la muerte?
  • ¿Me pasará esto a mi?
  • ¿Quién me va a cuidar?

Mantenerse física y emocionalmente cerca del niño 

  1. Permitirle estar cerca, sentarse a su lado, sostenerlo en brazos, abrazarlo, escucharle, llorar con él…Podemos también dejar que duerma cerca, aunque mejor en distinta cama.
  2. Puede ser adecuado también buscar momentos para estar separados: dejarle sólo en su habitación, dejarle salir a jugar con un amigo… Si es necesario, tranquilizarle diciéndole que estaremos ahí por si nos necesita.
  3. El niño intuye enseguida que la muerte va a tener muchas consecuencias en la familia. Es bueno decirle que, aunque estamos muy tristes por lo ocurrido, vamos a seguir ocupándonos de él lo mejor posible.
  4. El niño puede temer también ser abandonado por el familiar sobreviviente. Asegurarle que, aunque está muy afectado por la pérdida, se encuentra bien y no le va a pasar lo mismo.
  5. Con frecuencia, lo que más ayuda a los niños frente a las pérdidas, es reencontrar el ritmo cotidiano de sus actividades: el colegio, sus amigos, sus juegos familiares, las personas que quiere. También es importante garantizarle el máximo de estabilidad posible. En este sentido no es un buen momento, por ejemplo, para cambiarlo de colegio o para imponerle nuevas exigencias. Asegurarles que vamos a seguir queriendo a la persona fallecida y que nunca la olvidaremos.

Estar atentos a la aparición de algunos signos de alerta:

  • Llorar en exceso durante periodos prolongados.
  • Rabietas frecuentes y prolongadas.
  • Apatía e insensibilidad.
  • Un periodo prolongado durante el cual el niño pierde interés por los amigos y por las actividades que solían gustarle.
  • Frecuentes pesadillas y problemas de sueño.
  • Pérdida de apetito y de peso.
  • Miedo de quedarse solo.
  • Comportamiento infantil (hacerse pis, hablar como un bebé, pedir comida a menudo…) durante tiempo prolongado.
  • Frecuentes dolores de cabeza solos o acompañados de otras dolencias físicas.
  • Imitación excesiva de la persona fallecida, expresiones repetidas del deseo de reencontrarse con el fallecido.
  • Cambios importantes en el rendimiento escolar o negativa de ir a la escuela.

(Autor Kroen, William C.)